miércoles, 2 de mayo de 2007

Independencia de la Economía Corporativa




by Ethan Miller

Llámalo "globalización", o "libre mercado", o “capitalismo”. Cualquiera sea su nombre, la gente a lo largo de los Estados Unidos y del mundo está experimentando los efectos devastadores de una economía que coloca a las ganancias sobre todo demás.

Nada de esto, por supuesto, es noticia. Muchos de nosotros hemos llegado a creer que las decisiones económicas cruciales que afectan a nuestras vidas son realizadas no por nosotros, sino por lejanos "expertos" y misteriosas "fuerzas del mercado". Un amigo me preguntó recientemente, "¿desde cuándo el pueblo de Estados Unidos decide enviar su sector manufacturero al sur para explotar a la gente en El Salvador o en la República Dominicana?". Nosotros no lo hicimos, y nadie jamás nos preguntó.

¿Pero cuál es la alternativa? Se nos ha enseñado que sólo existen dos posibles opciones económicas: el capitalismo — un sistema en el cual la gente rica y las corporaciones tienen el poder, toman las decisiones, y controlan nuestras vidas; o el comunismo — un sistema donde los burócratas del estado tienen el poder, toman las decisiones, y controlan nuestras vidas. ¡Que opciones!

En lo que respecta a verdaderas alternativas económicas, nuestra imaginación se congela. Claramente necesitamos algo diferente, pero: ¿a qué se podría parecer? ¿Cómo comenzamos a imaginar y a crear otras formas para satisfacer nuestras necesidades económicas?

Una Historia de Dependencia

Podemos comenzar cambiando las historias que contamos acerca del abrumador poder e inevitabilidad de nuestro sistema económico. Estas historias nos han ocultado a nosotros mismos nuestro propio poder, potencial, y valor como seres humanos creativos.

La historia dominante define a los héroes de nuestro sistema de mercado como aquellas firmas e individuos racionales, interesados en sí mismos, que buscan satisfacer su necesidad interminable de crecer y acumular en un mundo de recursos escasos.

En esta historia, nosotros el pueblo sólo somos abejas trabajadoras y consumidoras, haciendo y gastando dinero, esperanzados por la oportunidad de acumular más, y perpetuamente dependientes de los trabajos y necesidades que el sistema corporativo adjudica al rico. La ciudadanía se reduce a la búsqueda activa de riqueza financiera. Sintiéndonos sin poder para realizar cambios verdaderos, hemos llegado a ver a la economía tal como vemos al clima — más allá de nuestro control y comprendido sólo por los “expertos” de elite. Esperamos los días soleados y llevamos nuestros paraguas.

Esta historia le brinda invisibilidad a todas las actividades diferentes a las transacciones de negocio — segregadas dentro de la esfera de la vida familiar, la vida social, y el ocio. Una comunidad de gente activa, creativa y diestra, sin dinero o capital (o el deseo de poseerlo) es considerada improductiva o retrasada.
Esta es la razón por la cual muchos desarrolladores económicos hablan sin fin acerca de introducir nuevas empresas o atraer inversores para mejorar la economía local o regional. El verdadero valor, para ellos, viene desde afuera, no desde el interior; de aquellos que invierten el capital, no de aquellos que invierten tiempo y trabajo duro; desde el poder del dinero de hacer más de sí mismo, no desde el poder de la vida y la comunidad de auto-organizarse y prosperar. Esta historia dominante trata sobre cómo nuestras vidas y nuestras comunidades no son nunca lo suficientemente buenas, completas o meritorias, sin el dinero y los puestos de trabajo de la economía capitalista de mercado.

Una Historia de Esperanza

Suponte que intentamos una historia diferente; en vez de definir a la economía como un sistema de mercado, definámosla como el diverso arreglo de actividades por los cuales los seres humanos generan medios de vida, en relación uno al otro y con la Tierra. Extendiéndose mucho más allá del funcionamiento del mercado capitalista, las actividades económicas incluyen todas las formas por las cuales nos sostenemos y apoyamos a nosotros mismos, a nuestras familias, y a nuestras comunidades. Echando a un lado la historia económica dominante de competencia y acumulación, vemos que otras economías están vivas bajo la superficie, nutriéndonos como raíces. Éstas no son las economías de los agentes de bolsa y los economistas. Ellas son las economías del cuidado mutuo y la cooperación — economías comunitarias, economías locales.

Muchas son familiares para nosotros, aunque pocas veces reconocidas. Ellas incluyen:
Economías Domésticas — satisfaciendo nuestras necesidades con nuestras propias habilidades y trabajo: criar niñas y niños, ofrecer consejo y consuelo, enseñar habilidades de la vida, cocinar, limpiar, construir, balancear la chequera, arreglar el auto, cultivar comida y medicina, criar animales. Gran parte de estos trabajos se han vuelto invisibles o devaluados como “trabajos de mujeres”.

Economías del Regalo — construidas sobre círculos compartidos de generosidad: bomberos voluntarios, bancos de comida, levantar a desconocidos en la ruta, donar a organizaciones comunitarias, compartir la comida.

Economías del Trueque — intercambiar servicios con amigos y vecinos, intercambiar una cosa útil por otra, devolver un favor, intercambiar plantas o semillas, monedas locales basadas en el tiempo.

Economías de la Recolección — vivir de la abundante economía del regalo de la Tierra: la caza, la pesca. También redirigir el flujo de basura: el rescate de sitios de demolición, rastrillar campos ya cosechados, el reciclaje de basura.

Economías Cooperativas — basadas en la propiedad y/o control compartidos de los recursos: negocios gestionados y poseídos por sus trabajadores, alojamientos colectivos, comunidades intencionales, cooperativas del cuidado de la salud, consorcios de tierras comunitarias.

Economías de Mercado Comunitarias — redes de intercambio construidas sobre la base de pequeños negocios y cooperativas que son responsables hacia sus comunidades a través de lazos sociales, modelos innovadores de propiedad, y ayuda mutua. Tales economías no se crean para lograr grandes ganancias, sino para proveer medios de vida saludables y modestos a sus participantes, y para servir a la comunidad más amplia.


Reconociendo estas diversas formas de subsistencia podemos ver no sólo que existen posibilidades económicas más allá del mercado y del estado, sino también que estas posibilidades son viables y poderosas. En verdad, la economía dominante se desmoronaría sin estas formas básicas de cooperación y solidaridad. No es el mercado capitalista el que germina las semillas, convoca el agua nutritiva desde el cielo, o transforma la putrefacción en fruta deliciosa. No es el mercado capitalista el que alimenta a nuestras almas diariamente con la amistad y el amor, o cuida de nosotros cuando somos demasiado jóvenes o demasiado viejos para cuidarnos a nosotros mismos. Tampoco es el mercado el que nos mantiene con vida en tiempos de crisis cuando las fábricas cierran, cuando nuestras casas se queman, o cuando el sueldo simplemente no alcanza. Son las economías de la comunidad y el cuidado — lo que muchos activistas en América latina y Europa llaman la “economía solidaria”, que mantienen junto al propio tejido de nuestra sociedad. Son estas relaciones las que nos hacen seres humanos, y satisfacen nuestras necesidades más básicas de amor, cuidado, y ayuda mutua.

Así que: ¿cuál es la alternativa para el sistema de mercado? Sus semillas ya existen. Aunque los mercados capitalistas están constantemente trabajando para socavar, explotar, y cooptar elementos de la economía solidaria, su poder y potencial como espacio de creación y esperanza persisten.

Ya habitamos diferentes tipos de relaciones económicas. Tenemos nuestras propias formas de riqueza y valor que no están definidos por el dinero. Ya existen economías que colocan a las relaciones humanas y ecológicas en el centro, en vez de la competencia y la búsqueda de las ganancias. No necesitamos comenzar desde cero.
Entonces, cuando nos enfrentamos a la cuestión de las alternativas, podemos responder no con otro Gran Esquema Económico, pero sí con una visión de organización económica democrática, creativa y diversa. Podemos construir sobre prácticas económicas cooperativas ya existentes, cultivando la imaginación y la posibilidad.

Enlazando juntos las alternativas emergentes en redes de trabajo de ayuda mutua e intercambio, podemos llevarlas al siguiente nivel y generar nuevas dinámicas económicas de solidaridad y cooperación en escalas locales, regionales y globales.

Una estrategia comienza a emerger: identificar alternativas existentes; traerlas juntas para construir entidades compartidas y conexiones; y con la fuerza colectiva recién hallada, generar fuertes posibilidades para el cambio social y económico.
Suena simple, ¿verdad? Tal vez, pero es este hermoso trabajo de organización comunitaria, complejo y deliberado, que transformará la visión en realidad.

Ya se están llevando a cabo esfuerzos para identificar espacios de posibilidades económicas democráticas. Grupos tales como el “Proyecto de Mapeo de Economías Locales de Seattle” (www.seattlemap.org) están construyendo inventarios de iniciativas económicas alternativas, desde cooperativas y monedas locales a bomberos voluntarios y bancos de comida comunitarios. Inspirados por lo que a veces se denomina “desarrollo comunitario basado en activos”, otros grupos están catalogando formas de riqueza dejados fuera de la ecuación económica, tales como habilidades de subsistencia, artes y artesanías tradicionales, historias y conocimientos locales, y paisajes naturales. Una coalición de organizaciones en los Estados Unidos y Canadá llamada el “Proyecto de Datos de los Comunes” está construyendo un directorio de proyectos económicos cooperativos de Norte América (ver http://dcp.usworker.coop).

Nuevos Ojos, Nuevas Conexiones

Con los inventarios de economías locales en la mano, podemos comenzar a generar conversaciones entre iniciativas e instituciones solidarias. En Brasil, donde el movimiento de economía solidaria está bien establecido, 23 foros de nivel estatal, conectados por el Foro Económico Solidario de Brasil, generan diálogo y colaboración entre los proyectos económicos basados en la solidaridad.

Encuentros similares podrían ser altamente efectivos en Norteamérica. El Foro Social de los Estados Unidos, que tendrá lugar en Atlanta, Georgia, en julio de 2007, ofrece una oportunidad excitante para los practicantes de la economía solidaria y los organizadores para encontrarse en una escala mayor.

Tales encuentros pueden enlazar esfuerzos previamente aislados, integrando su trabajo en una nueva y emergente red económica de solidaridad. Estas conexiones son más que reconocimiento mutuo; tratan sobre la construcción de relaciones de intercambio y ayuda, conectando productores y consumidores, mercaderes y distribuidores, inversores y organizadores. En el proceso, redefinimos estos roles e instituciones.

Las conexiones pueden también extenderse a las redes más grandes de organizaciones y movimientos sociales luchando por la justicia, la ecología y la democracia. Las campañas en contra de los supermercados gigantes son enriquecidas por los esfuerzos para crear alternativas económicas basadas en la comunidad. El trabajo en contra del reclutamiento militar es más efectivo cuando la juventud está comprometida en proyectos económicos cooperativos que ofrecen alternativas viables al ejército, y la creación de consorcios de tierras comunitarias y cooperativas de alojamientos fortalecen los esfuerzos anti-aburguesamiento.

En todos estos casos y más, la ayuda es recíproca: los sueños, aspiraciones, y energías de los movimientos sociales de base aseguran la integridad y la salud de las instituciones económicas basadas en la comunidad.

Las prácticas de ver, reunir, y conectar, todas ayudan a la práctica de la creación. De la imaginación y la posibilidad pueden crecer nuevas iniciativas, nuevas instituciones, nuevas formas de intercambio, nuevas economías solidarias. Juntos, podemos reclamar a nuestros hogares y comunidades como espacios de seguridad, cuidado, sanación y ayuda mutua.

¿Buscando alternativas económicas?. Las semillas han sido plantadas. Y están esperando la lluvia.

Ethan Miller ( ethanmiller(at)riseup.net) es escritor, músico, granjero de subsistencia, y organizador. Miembro de la Cooperativa GEO (www.geo.coop) y de la cooperativa de músicos Riotfolk (www.riotfolk.org), vive y trabaja en JED, una cooperativa de ayuda mutua basada en la tierra en Greene, Maine.

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